Re: Mi vida en un CB
Posted by Tiquismiquis on
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En primer lugar y respondiendo a Amo/Esclavo, decir que el tamaño de la jaula, es mas, la jaula en si misma, la elige mi Dueña. Ella elige todo; si la llevo, si no la llevo, cuando me la quito, cuando me la pongo, y por supuesto, el tipo. Lo que si vimos es que para el propósito de periodos de castidad prácticamente permanente, es decir, para llevarlo en todo momento salvo en aquellos en los que Ella me ordena quitarla para ratos de intimidad u otros similares, cuanto mas pequeña es mas práctica, pues no se nota que la llevo e incluso haciendo deporte todo va mas recogido, sobre todo montando en bici, porque los culotes lo marcan todo.
Dicho lo anterior, contaros que Amazon llegó esta mañana con la nueva jaula, idéntica de la que se rompió. Hoy mi Dueña está en casa haciendo teletrabajo, así que al llamar al timbre abrí la puerta y la di el paquete. Pensé que no iba a hacer nada hasta el mediodía, al estar en medio de la jornada, pero para mi sorpresa, sin dejar de trabajar en su ordenador me ordenó que me la pusiera allí mismo.
Así que feliz de la vida, me quité los pantalones y ya desnudo procedí a abrir el paquete-sobre de cartón en el que venía. Mi Dueña entonces se percató que ayer, aprovechando la rotura de la jaula antigua, me hice un buen rasurado de bajos, dejándome todo como el culito de un niño. Vamos, sin un pelito.
"Vaya afeitado majo que te has hecho", "Deberías afeitarte a diario, ahora que tienes tiempo, para no pincharme cuando me abrazas en cucharita". Así que he tomado buena nota y a partir de mañana, afeitado diario con gilette.
Pero la cosa se ha puesto graciosa después, porque claro, con la conversación nuestro amiga se ha puesto contenta y me ha costado un montón colocar la anilla. Hecho esto, imposible colocar la jaula, pues estaba realmente "empalmado". De repente, Zas y Zas!, dos manotazos de mi Dueña en aquello para calmarlo, lo que no ha hecho otra cosa mas que empeorar la situación.
Mientras estaba yo todavía recuperando el aliento, por los golpes y la sorpresa, mi Dueña se empieza a reír a carcajadas y diciéndome que no es para tanto se levanta y vuelve de la cocina con una bolsa de judías verdes congeladas y, Zas, otra vez, me la coge con la bolsa y me ordena que la sujete hasta que se me pase la emoción.
He tardado no menos de cinco minutos, creo yo, en recuperar la compostura. No en vano, llevo desde el miércoles 16 de agosto esperando, pues ahora entre la operación y el postoperatorio, la cosa está complicada.
Por fin he podido colocarme la jaula para que Ella metiera la cerradura y diera ese cuarto de vuelta mágico que me lleva al paraíso.
"Anda, vístete y relájate, que estas de baja y no puedes hacer esfuerzos", me ha dicho con una sonrisa maliciosa.
La veo feliz y eso me hace feliz. No he podido hacer otra cosa que arrodillarme con cuidado, acurrucarme en su cuello y pedirla que al menos me diera un azote en el culete, que lo he sentido como un premio infinito.
Y así andamos. Yo en el paraíso de la castidad y la sumisión a mi Dueña.
La Adoro.