Re: Permiso para presentarme: Cyses

Posted by Evg on
URL: http://nuevo-foro-control-de-castidad.325.s1.nabble.com/Permiso-para-presentarme-Cyses-tp847p980.html

El lunes me llamó a su servicio. Llegué a su casa a las tres y media, vestido con unas braguitas, un pantalón,un jersey de cuello redondo y unos zapatos; para cualquiera que me viera, yo era un tipo absolutamente corriente. Llamé, me dijo que esperara y volviera a llamar en cinco minutos, así que tive que esperar. Cuando por fin me dejó subir, me di toda la prisa posible (tengo que subir los cuatro pisos andando, un esclavo como yo no tiene derecho a usar el ascensor), pero cuando llegué la puerta estaba entreabierta, y ya me estaba esperando, vestida con una larga camiseta. Me desnudé y me arrodillé para besarle los pies, como siempre, pero confieso que no pude evitar una mirada de reojo a sus piernas descubiertas.

Me dijo que comeríamos en el salón, pero mientras ella se sentaba a la mesa viendo la televisión, yo lo hice en el suelo, a cuatro patas sobre un cuenco de comida para perros lleno de sobras: había lentejas, algunos macarrones, un yogur no sé si entero y hojas de lechuga, y le había echado agua por encima. Al menos esa vez no me había puesto también ceniza de cigarrillo, que alguna vez cuando se enfada mucho conmigo me la pone mezclada con la comida. No me dirigió la palabra en todo el rato, salvo un seco "cómetelo todo, que el otro día te dejaste unos granitos de arroz", así que me limité a comer sin más, aunque lo cierto es que la mezcla era desagradable. Cuando terminé, recogí mi cuenco, me limpié la cara y esperé de rodillas a que ella acabase. Recogí y limpié todo, cocina incluida, le preparé un café, se lo llevé y me coloqué a cuatro patas para que me usara de mesita.

Estuvo cerca de media hora apoltronada en el sofá mientras yo le sostenía el mando de la tele y el móvil  como un simple mueble. Luego se desperezó y encendió su portátil, ordenándome que fuera a prepararle la bolsa de padel. Como sé dónde están sus cosas, no me costó mucho hacerla y se la dejé en la entrada, después de haber repasado sus zapatillas con la lengua, algo que tengo que hacer siempre con el calzado que va a usar cuando sale de casa. Volví al salón y me puse de rodillas cerca de ella para recibir nuevas órdenes, pero lo que recibí fue un bofetón.

-Eres idiota -me espetó.- Te has dejado una entrada sin contestar.

Se refería al último comentario de peqe75 en el hilo "Mi primera experiencia cuckold", aunque yo no me había dado cuenta hasta que Ella me lo dijo. Me dio otro tortazo igual de grande que el primero y me dijo:

-¿Quién coño te crees que eres para no contestar a lo que se te dice, imbécil? -otro guantazo.- ¿Te crees que eres alguien? -otro más.

Supliqué perdón entre más bofetadas y le prometí que contestaría en cuanto pudiera, a lo que Ella me respondió:

-Pues claro que vas a contestar -otro bofetón.- Pero lo vas a hacer con el culo rojo, cada vez que escribas algo te vas a dar veinte azotes en el culo, con la vara, y te vas a meter un dilatador anal, ¿entendido? Ah, y te vas a quedar dos días más sin correrte, por imbécil. Bueno, no, cuatro y así llegamos al día 15. ¿Me has preparado la bolsa?

-Sí, Ama

-Pues trae el látigo.

Mi Ama tiene varios, pero cuando no especifica más es uno largo de tiras de cuero con el que me azota por todo el cuerpo. Ella está en una gran forma física, siempre fue muy deportista y juega al padel con regularidad, así que sus brazos son fuertes y sus castigos duros. Me azotó un buen rato en la espalda y en el culo (confieso que perdí la cuenta) y luego me dejó a cuatro patas en el salón mientras se vestía para marchar.

Tenía que llevarla a su partido. Mientras conducía de camino, me dijo que tenía que hacer varios recados para ella aprovechando que estaría casi dos horas solo: comprarle productos cosméticos y un par de rotuladores permanentes gruesos y pedirle hora en la peluquería. Si me sobraba tiempo podría tomarme un café, pero los recados debería hacerlos andando y, lógicamente, tenía que estar en el aparcamiento cuando Ella saliese. La dejé en el club donde juega y, cuando desapareció en el interior, me puse en marcha, ya que está en una zona de las afueras. Me sentía (siempre me pasa, de hecho) extraño al ir vestido sólo con lo imprescindible y encima llevando braguitas y cinturón de castidad, así que casi hasta evitaba mirar a la gente con la que me cruzaba.

De su club a su peluquería hay más o menos media hora, así que cuando terminé de hacer todos sus recados ya había pasado bastante tiempo. No sabía cuánto, porque no puedo llevar reloj y, como esclavo, el móvil sólo lo puedo mirar si suena, cosa que, por supuesto, no había hecho en todo ese rato. Así que, como no estaba seguro del tiempo, volví al club y me quedé junto al coche a esperar a que saliera, cosa que hizo a las 19.30 más o menos. Como no me pareció haber esperado mucho, creo que hice bien en no pararme a tomar un café, pese a tener permiso y, sobre todo, a tener ganas.

Le pedí permiso para preguntarle por su partido, pero me dijo que no. Que estaba agotada y no le apetecía ni hablar conmigo ni desde luego tenerme por ahí dándole la lata. "De verdad, no sabes el coñazo que dáis los esclavos", añadió mientras miraba su móvil totalmente despreocupada. Oírle decir eso con aquella tranquilidad, cómodamente sentada en el asiento de atrás del coche (siempre va atrás y por supuesto tengo que abrirle la puerta), como si en realidad estuviera hablando de que le resultaba pesado planchar, hizo que me pusiera colorado y me excitara como un mono; noté mi pobre pene intentando crecer dentro de su jaula.

La acompañé hasta su portal, llevando yo su bolsa y caminando tres o cuatro pasos por detrás; tengo que hacerlo así siempre. Cuando llegamos le di la bolsa, ella me miró, me sonrió y me dijo:

-Cuando llegues, te das 25 azotes. Procura que me gusten o te darás otros 25. Ah, y cena en el suelo, a ver si así aprendes a contestar cuando te hablan en un foro, ¿entendido?

Dije que sí, por supuesto. Ella me besó en la mejilla y luego me dio un manotazo en mi pene, que hizo que me encogiera, así que entró en el portal muerta de risa. Cuando desapareció en el ascensor, me fui a casa, me di mi castigo, le envié una foto y esperé en tensión casi veinte minutos a que ella me contestara un sencillo "vale". Media hora larga después, llegó otro mensaje:

"Bien pensado, date otros 25."