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Muchas gracias por vuestro interés, sois muy amable.
En la cita pasaron un par de cosas que me han dejado en una situación nueva, extraña y no sé si buena o mala. Como me temía, mi Señora me confirmó que, efectivamente, está muy feliz en su reencuentro con su ex pareja y que dejaba nuestra peculiar relación. Me alegro mucho por ella como amigo que soy, aunque me duela perder a una Señora con la que tenía tanta química y complicidad, pero así es la vida y espero que sea muy feliz.
Me dijo que era libre en todos los aspectos: libre de ofrecerme a otras amas si quería, o de anunciarme en algún foro o similar, o de quedarme en casa como un esclavo abandonado o de dejar atrás la sumisión... vamos, lo que yo quisiera. Era libre, pero...
...pero de momento, hasta que estuviese bajo otra ama, si es que se daba el caso, o quisiera ser libre del todo y dejar de ser un esclavo, pertenecería a su amiga. Es a ella a quien tengo que enviar emails contándole lo que hago, es a ella a quien debo preguntarle dudas y, sobre todo, es a ella a quien debo preguntarle si puedo o no correrme, con un agravante: ella considera (así me lo explicó en la peculiar cita) que, puesto que soy un esclavo, ni tengo derecho a nada ni puedo querer nada, así que no puedo querer un orgasmo. Así que, cada vez que le suplique que me deje correrme, recibiré un castigo y después ya me dirá si me deja o no. Y, por supuesto, si ella me llama o me quiere usar de cualquier manera cualquier día, puede hacerlo.
Hoy se cumplen 30 días desde la última vez que me corrí y de este peculiar acuerdo; apenas he cruzado un par de mensajes con ella desde entonces, nada serio. No sé si le gusta tenerme o no ya que llevamos poco tiempo, pero de momento, es lo que tengo y a quien me debo
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