Por fin he obtenido respuesta a mi correo de esta mañana. Ha sido bastante extensa para lo que es habitual, cinco frases, pero cada una más contundente que la anterior.
Puedo llevar camiseta interior si quiero, pero entonces no podré llevar bragas: sólo me autoriza a vestir una prenda interior, así que debo elegir. Mañana podré dormir sin nada para poder descansar bien, ya que ha cambiado de fecha y me castigará el sábado, a las once de la mañana. Y el remate: me ha dado la dirección de correo de su amiga. Debo enviarle un mensaje, con copia a mi Ama y siguiendo el protocolo (es decir, primero uno pidiéndole permiso para escribirle y luego el otro) suplicándole que vaya a casa de mi ama a verlo puesto que es a ella a quien he ofendido con mis miradas. "Y si la gente del Foro quiere leerlo, por mi adelante. Así lo recuerdas y piensas en lo que has hecho" |
Finalmente he escogido la camiseta interior, así que esta mañana me he puesto los pantalones directamente sobre mi cinturón de castidad. Ha sido una sensación extraña y mi pene se ha pasado casi todo el tiempo intentando crecer, pero creo que ya se ha acostumbrado al roce de la tela y me voy calmando.
He escrito el email a la amiga de mi ama. Ha sido vergonzoso, me he sentido terriblemente humillado y con ganas de no enviarlo, pero debo obedecer. Le he pedido perdón nuevamente y le he suplicado que por favor fuera "tan amable y generosa de asistir como espectadora al castigo, para que podáis comprobar cómo mi comportamiento es corregido de un modo estricto y adecuado para que no vuelva a repetirse" Creo que no me he sentido más sumiso en mi vida. Recibir unos azotes de mi Ama puede ser un mero juego sexual, algo divertido con lo que disfrutamos y nada más. Pero esto me parece un paso más, ya no por el mero de hecho de que aparezca una tercera persona, que ya es un avance de por sí muy grande, sino por cómo se ha recalcado mi esclavitud en estas últimas semanas. Cualquier hombre que llevase tiempo sin tener relaciones sexuales, estoy seguro de que miraría las piernas de una mujer por la calle. Yo llevo cuatro años sin tenerlas, tengo la prohibición expresa siquiera de intentarlo; sólo he podido correrme tres veces este año y la próxima vez no será hasta finales de julio... y me castigan sólo por mirar. Un gesto que en otros hombres pasaría casi desapercibido, a mí me va a suponer un severo castigo por el que llevo temblando casi una semana. Porque yo no soy un hombre como los demás, me han dicho muchas veces, yo sólo soy un esclavo. Y la diferencia entre un hombre y un esclavo es esa, que el hombre puede mirar, hablar, tocar y relacionarse libremente con la mujer, pero el esclavo tiene que pedir permiso hasta para levantar la cabeza. Durante los segundos que miré las piernas de su amiga, no sólo desobedecí una orden, sino que también me comporté como lo que no soy, olvidando mi condición de sumiso. Condición que me ha recordado el mensaje que he tenido que escribir. Cuando envié el correo me quedé un rato pensando en todo eso, sintiéndome a veces avergonzado (lo que era el propósito de escribir eso) y a veces excitado, supongo que por mi parte masoquista. Sigo temblando a la espera de que llegue mañana, pero también por si me contesta al correo o si mi Ama, que ha leído el mensaje puesto que he tenido que mandarle una copia, me dice algo. Espero que pueda o quiera ir al castigo, así podré pedirle perdón nuevamente y tal vez consiga que su generosidad haga el suplicio un poco menos duro. |
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Como otras veces, mi Ama ha jugado conmigo y con mis nervios, ya que estuve toda la semana imaginándome suplicios terribles, sobre todo porque mi falta había sido una simple mirada. Sin permiso y pensando en sexo, claro, pero sólo una mirada. Pero nunca imaginé que se le hubiese ocurrido la humillación final con la que terminó ni, desde luego, que yo hubiese sido capaz de soportarla y la hubiese aceptado sin más, como algo que podía pasar como me habían pasado otras cosas, algo que Ella tenía derecho a hacerme si quería. El castigo ha sido duro, a estas horas aún me duele el cuerpo, me noto cansado y tengo marcas visibles, pero lo peor, pese a que apenas duró unos segundos, fue esa última parte, que hasta ahora nunca había hecho y a lo que todavía sigo dándole vueltas.
Cuando caminaba por la calle (zapatillas deportivas, pantalón, braguitas y camiseta) camino de su casa, no dejaba de recordar otros castigos anteriores y de imaginarme cosas terribles, ya que suponía que si había tardado una semana en castigarme por mirar a su amiga, no iban a ser sólo un par de azotitos. Lógicamente, todo eso hacía que me fuera poniendo cada vez más nervioso y que cada vez que me cruzaba con la gente que iba a hacer deporte o la compra, me avergonzaba al pensar en qué dirían si supieran que yo iba a ver a una mujer, a desnudarme ante ella... y a dejar que me castigara a su capricho. Llegué muerto de miedo y casi temblando, pero debo confesar que también completamente excitado. Lo primero que vi fue que mi Ama estaba sola. No sé si su amiga no quiso o no pudo ir, sólo que mi Ama estaba sola, vestida con una bata y unas sandalias. Me desnudé y besé su calzado cuidando mucho que mis labios no rozasen su piel, ya que sólo me deja besar sus zapatos, no sus pies. Me puso la correa al cuello y me llevó a cuatro patas al salón; se sentó en el sofá, me puso de rodillas frente a Ella y me hizo pedirle perdón de nuevo por mis miradas a su amiga. Cuando lo hice, casi tartamudeando, empezó la lluvia de bofetadas, una por cada palabra de la frase: "¿Y por qué coño la miraste, eh, salido de mierda?" Avergonzado, tuve que decirle que llevaba mucho tiempo sin estar con una mujer y que no había podido controlarme. Me preguntó que cuánto tiempo llevaba sin follar y cuando le respondí que cuatro años, se empezó a reír a carcajadas, diciéndome que era patético, que como hombre daba pena y que ahora lo entendía todo, porque después de tanto tiempo, para mí poder ver las piernas de una mujer era como echar un polvo para un tío normal. Me azotó. Tiene un látigo grande, de una sola tira gruesa con el que me dio veinte latigazos en la espalda. Luego cogió la vara y después de darme cincuenta azotes en el culo, me azotó con ella en los muslos, lo que fue dolorosísimo y de lo que aún tengo el recuerdo en forma de alargadas manchas moradas y escozor. Luego me dijo que iba a hacerme unas fotos para enviárselas a su amiga y que ella decidiera si era suficiente castigo o no. Después de hacerlas, me ordenó ponerme de pie y, de repente, me quitó el cinturón de castidad. Me quedé totalmente sorprendido, claro, y más cuando me la cogió con una mano y empezó a moverla. Debido a mi estado de sobreexcitación y a que por primera vez en no sé cuantísimo tiempo una mujer me tocaba de ese modo, tardé apenas unos segundos en tenerla bien grande y apuntando hacia delante. Ella se rió y de pronto me dio una violenta palmada que me hizo gemir y encogerme. Puso la palma de su mano debajo y continuó dándome palmadas con la otra, haciéndome daño y poniéndola enseguida tan roja como el culo. "¿No te querías empalmar cuando miraste a mi amiga? Pues empálmate ahora, venga", me dijo. Me dio unas cuantas más, pero afortunadamente el sonido del teléfono la detuvo. Era un mensaje de su amiga, me lo enseñó y decía, entre emoticonos de risa, que le parecía suficiente, que guardase algo "para otro día" por si intentaba volver a mirar o a hacer otra cosa sin permiso. Así que mi Ama dejó el móvil en la mesa y, a cuatro patas, me llevó de nuevo a la entrada de la casa, me quitó la correa y me dijo que me fuera, que Ella había quedado. Y entonces sucedió; probablemente lo más increíble que me ha pasado desde que soy su esclavo. Al ver mi ropa en el suelo, abrió la puerta de la calle y la sacó a patadas, diciéndome que ya hablaríamos y que me diera prisa en vestirme, no fuera a verme algún vecino desnudo, lleno de marcas y encima empalmado. Cerró la puerta y me encontré desnudo, pero fuera de la casa. Estaba desnudo y con las marcas de los latigazos pero casi en la calle, no me lo podía creer. Horrorizado, me puse los pantalones en apenas un segundo y cuando me estaba poniendo la camiseta (menos mal que, como no me deja llevar mucha ropa y siempre es holgada, pude vestirme casi enseguida) abrió la puerta de nuevo y me tendió el cinturón de castidad. -Cuando llegues a casa te lo pones otra vez. Hasta julio nada de correrse. Y no vuelvas a mirar las piernas de nadie, ¿entendido? Ni piernas, ni culos, ni escotes, ni nada. Y volvió a cerrar la puerta. PD- Esta tarde hemos hablado, en un tono de igual a igual, sobre eso: ella sabía que normalmente a esas horas apenas hay movimiento en su portal, menos aún en su rellano, y que yo tardaría poco en vestirme, por eso lo había hecho. Por mi parte, le dije que aceptaba que lo repitiera alguna otra vez de manera excepcional (si estaba muy enfadada, por ejemplo), pero en esas mismas condiciones y no como algo habitual. Y después me pidió que lo contase aquí, que quería leerlo y ver qué decían los lectores |
Hoy he podido hacer vida casi normal. Por primera vez en una larga semana no he recibido ningún azote, he dormido muy bien (supongo que el cansancio de ayer tuvo mucho que ver) y, aunque sigo con mi pene encerrado, me he despertado hasta animado, sólo con la leve molestia del peso del acero en mis testículos.
He podido salir un poco a dar un paseo y he aprovechado para cumplir la nueva orden de mi Ama de no mirar. Aunque es casi imposible, creo haberlo hecho bastante bien, aunque eso me ha supuesto bajar la cabeza durante un buen rato para no mirar a la mujer que iba delante de mí y cruzar la calle para evitar pasar junto a una terraza donde había un grupo de chicas; no quise arriesgarme a que se me fuera la vista. He regresado a casa y, desnudo de nuevo, permanezco con el móvil a mano, por si mi Ama me manda algún mensaje; ayer me dijo que hablaríamos y todavía no he recibido nada. Espero que llegue pronto, porque estas últimas semanas he tenido la suerte de que me ha utilizado y enviado mensajes varias veces, ojalá lo haya hecho bien y siga usándome. |
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Me alegro de que os haya gustado lo ocurrido con mi castigo del otro día; gracias a vos por leerlo.
Sí, tengo que reconocer que hablamos bastante desde que empezamos, para tratar de encajar sus deseos con los míos, la forma de hacer las cosas, lo que hacer y lo que no hacer... Incluso en el contrato de dominación tenemos alguna cláusula en la que antes de llevarla a cabo tenemos que estar de acuerdo los dos, no como ama y esclavo, sino como dos personas iguales y, aunque sea yo, el sumiso, el que no quiera, en esos casos no se hace. Creo que eso nos ha ayudado a ir mejorando y tener la relación que tenemos ahora: tanto la femdom, que es fantástica, como la otra, donde tenemos una mayor complicidad por razones obvias. |
Hoy me ha castigado otra vez.
A mediodía me mandó, por fin, un mensaje, llevaba esperándolo desde hacía tiempo. Me encantó recibirlo, pero enseguida me puse alerta porque en el texto me preguntaba que si había hecho algo estos días que Ella tuviera que saber. Evidentemente tengo que ser sincero, así que le respondí que quizá sí pero que no estaba del todo seguro, puesto que ayer recibí a través de un grupo de whatsapp un vídeo de esos cortos de una pareja haciéndolo, pero que en cuanto me había dado cuenta de qué era, lo había borrado (cosa que es rigurosamente cierta) No me creyó, claro, o si lo hizo le dio igual y le sirvió como excusa para castigarme. Así que me contestó enfadada, diciéndome que era un pervertido y que ni siquiera con la polla enjaulada era capaz de dejar de pensar en sexo y de ver guarradas. Luego me preguntó que cuántos días llevaba en castidad y le respondí que 28, así que me ha ordenado que, hasta el sábado, tengo que ver cada día 28 minutos de algún vídeo de cornudos y bisexualidad forzada, que sabe que no me gustan nada. Por supuesto con el cinturón de castidad puesto y, "si te pones cachondo, que seguro que sí", puedo tocarme, pero sin correrme. Sólo por esa orden ya he estado con intentos de erección toda la tarde. Estar en un nuevo periodo de castidad justo cuando empiezo a participar en este Foro y lo ocurrido con su amiga y mi castigo no me ayudan precisamente a mantenerme tranquilo, y mucho menos lo estaré ahora que me ordenan ver porno que no me gusta: me excitaré, estoy seguro, y volveré a tener que hacer un gran esfuerzo para contenerme. Espero que el haber llegado ya casi al mes de castidad y el estar cumpliendo una orden suya me ayude y me anime al ver más cerca la meta |
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Muchísimas gracias por vuestro enlace, seguro que es una gran historia.
Lamentablemente, le he pedido autorización a mi Señora para leerla y me ha dicho que no. También me ha dicho que, aunque es cierto que los relatos pueden ser más excitantes, me limite a ver vídeos como me ha ordenado y que cumpla sus órdenes exactamente o aumentará un mes más mi periodo de castidad y no podré correrme hasta agosto Os agradezco, de todos modos, vuestra sugerencia y vuestra amabilidad |
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Esta mañana me ha tocado ser su chófer. La verdad es que estoy muy contento porque este mes me está utilizando bastante, no sé si porque lo que ha pasado (la entrada en el Foro, el periodo de castidad, los castigos...) la ha excitado y le ha apetecido más tenerme cerca o si, simplemente, es un paso más en su dominación y, visto que puede, se aprovecha. En cualquier caso, le estoy más que agradecido y estoy disfrutando como nunca.
El caso es que Ella tenía revisión de su coche a las nueve y media, de manera que me ordenó ir a recogerla al taller, que está en un polígono a las afueras. Por si acaso, y porque la conozco, me organicé con el trabajo para poder estar casi toda la mañana a su disposición (me bastó con aplazar un par de visitas y papeleo, nada importante ni urgente), de manera que fui a recogerla a la hora indicada y la llevé de nuevo a su oficina. Estaba muy guapa, llevaba un traje chaqueta con pantalón y unos zapatos de tacón alto; y debía hasta de estar de buen humor porque cuando me vio mirándola me sonrió. Cuando la dejé allí me ordenó volver a buscarla a las 11, puesto que tenía una reunión y no quería ir en taxi teniéndome a mí. Así que a las 11 estaba de nuevo a su puerta. Se subió atrás, como siempre y me indicó a dónde tenía que llevarla y, por supuesto, que la esperase hasta que terminara. Eso sí, para no estar ocioso, mientras tanto me mandó a hacerle la compra. Lo cierto es que estaba disfrutando de esa mañana tan especial, aunque apenas me había hablado o mirado más de lo imprescindible, pero en el siglo XVIII los amos tampoco hacían caso a los esclavos que los llevaban a un lado u otro. Y esta mañana Ella estaba usando a su esclavo, nada más. Cerca de una hora más tarde reapareció, así que le abrí la puerta del coche y se metió en él diciéndome con un tono seco que la llevase de vuelta al taller. Yo estaba como en una nube, lo reconozco, notaba el pene intentando moverse dentro del cinturón y ese pequeño estado de nervios que siento cuando estoy ante Ella. Cuando llegamos al taller me ordenó esperar a que saliera con su coche y luego dirigirme a su casa, a llevarle la compra, ya que el resto de su jornada, apenas una hora, lo haría desde casa. Tras cinco o diez minutos de espera en el aparcamiento, la vi salir y la seguí, recorriendo la ciudad hasta llegar a su casa. Aparqué con bastante suerte cerca de su portal y recogí las bolsas de la compra. Ella me estaba esperando en la puerta para abrirme, así que comencé mi largo camino por las escaleras. Cuando llegué a su piso me hizo pasar y dejar las cosas en la cocina. Luego me ordenó ponerme de rodillas y me preguntó que si llevaba las bragas puestas, así que cuando le respondì que sí, me dijo que se las enseñara. Me abrí el pantalón y lo bajé un poco para enseñárselas, lo que hizo que primero se riera y luego me diera un bofetón mientras me decía que cómo podía ser tan cerdo de ir por ahí con unas braguitas azules de florecitas. En ese momento la llamaron por teléfono y contestó, ya que era algo del trabajo, de manera que me quedé muy quieto en su vestíbulo, con los pantalones a medio bajar y sin saber qué hacer. Claro que Ella sí lo supo. Mientras hablaba, de pronto me dio una bofetada. Y luego otra. Cada vez que decía los típicos "aha", "sí" o "vale", yo me llevaba un bofetón, aunque alguno debió de oírse al otro lado porque Ella dijo de pronto que es que estaban arreglando un mueble que había al lado, por eso el ruido, pero que no era nada, que se movía un momento para alejarse. Me puse colorado, claro, pero no por las tortas, sino por cómo ponerme la cara roja a tortazos "no era nada". Mientras seguía con la conversación, se colocó detrás de mi, me hizo inclinarme hasta quedarme a cuatro patas y me bajó los pantalones y las braguitas con una mano: su zapato se estrelló contra mi culo. Paseaba, hablaba, me daba una patada o dos y volvía a pasear. Me volvía a pegar... hasta que por fin se despidió de quien fuera y me hizo incorporarme con un tirón de pelo. "La próxima vez que me pregunten qué es ese ruido, voy a decir la verdad. No me gusta mentir a los clientes", me dijo al oído. Aquella frase, apenas un susurro, se me grabó con más fuerza que cualquiera de sus bofetadas o patadas. Todavía la oigo, incrustada en mi cabeza y en mi pene, que intenta escapar de su prisión. Ha sido maravilloso y espero que cumpla el resto de su amenaza, cuando, justo antes de despedirme, me dijo que no hiciera planes para este finde. |
Me prohibieron entrar en el Foro este fin de semana, pero, puesto que hoy me dejan, intentaré contar lo ocurrido. Ha sido realmente maravilloso, todavía creo que si me lo hubiera imaginado no hubiera sido tan completo, pero esa es la gran virtud de mi Ama, lo que nos ha permitido llegar hasta aquí y lo que ha hecho que esté totalmente entregado a Ella: ir a su casa o cumplir una orden nunca es sólo eso.
Me ha sorprendido pasar tanto tiempo con mi Señora, sobre todo porque lo lógico era que lo disfrutara con su novio, pero evidentemente no voy a quejarme, estoy más que encantado. Como no puedo preguntarle, tampoco sé los verdaderos motivos, así que me quedo con el hecho de que me ha utilizado y he podido pasar tiempo con Ella. La del sábado ha sido una experiencia increíble, ya que por primera vez ha conseguido exponerme desnudo en público, algo con lo que siempre había bromeado y que logró gracias... a una playa nudista. Y debo decir, también, que sufrí un escape de semen pero que, como premio por mi buen comportamiento, ha dicho que no lo tendrá en cuenta y no me castigará por ello. Aprovechando el buen tiempo, me hizo ir a recogerla por la tarde para ir un rato a la playa. Me sorprendió que me dijera que no llevara puesto el cinturón de castidad (ya lo he llevado muchas veces bajo el bañador) aunque sí que lo llevase en el coche, pero, como siempre, me limité a obedecer. Fuimos a una playa que está apartada varios kilómetros y que tiene, yo la verdad es que no lo sabía, una zona nudista. Cuando llegamos le preparé una sombrilla, extendí su toalla y le puse crema: fue una maravilla tocarla de nuevo, ver su espléndido cuerpo en bikini y disfrutar de lo que para mí, por ser Ella quien es y estar yo como estoy, fue casi como estar con una mujer. Y lo mejor es que pude contenerme y ni siquiera tuve una erección pese a estar sin jaula. Estaba muy contento conmigo mismo hasta que Ella empezó a explicarme que una parte de la playa era nudista y que yo debía ir allí y quedarme en esa parte. Lejos de Ella ("no querrás que me vean con un esclavo en público") y, por supuesto, sin bañador. Me quedé helado, ya que el nudismo no es algo que me interese y por supuesto no lo había hecho nunca, y además estoy en un estado de sobreexcitación tal que me daba miedo no poder contenerme, pero zanjó mis intentos de súplica sólo con alzar un dedo y advertirme con un simple "eh!". Si me necesitaba para algo, me mandaría un mensaje al móvil. Me despidió con un gesto de esos suyos de Ama dominadora, así que me fui. Cuando me bajé el bañador y me quedé totalmente desnudo, sentí una oleada de vergüenza. No por mí, afortunadamente me cuido, tengo un buen aspecto y me pene está dentro de la media, pero yo estaba desnudándome porque mi Ama, que estaba unos cien metros más allá, me lo había ordenado. Ahora entendía por qué no podía llevar el cinturón: por un lado evitaríamos alguna mirada indiscreta o incluso alguna foto no deseada, y por otro me obligaba a controlarme sin la ayuda de la jaula. Temblando, me tumbé en la toalla boca abajo y traté de no pensar en nada, de abstraerme de mi Señora y la esclavitud, de limitarme a disfrutar de una tarde de playa. No había mucha gente, una pareja varios metros más allá, un hombre paseando y una chica tumbada al otro lado leyendo. No sé cuánto tiempo pasé hasta que me llegó el primer mensaje. Mi Ama me ordenaba levantarme y dar un paseo por la zona, pasando cerca de la chica. Creo que me puse colorado y debí de tardar bastante más de lo que pensaba en cumplir la orden, porque me mandó otro después insultándome y diciéndome que a qué esperaba para obedecer, que si quería que me azotara allí mismo. Así que me levanté y di un corto paseo, observando con alivio que nadie me miraba ni reparaba en mí. Ya sé que es lo que sucede, las personas que practican nudismo no van a ver cuerpos sino, simplemente, a disfrutar de la playa, pero aquella era la primera vez que lo hacía y además yo estaba allí obligado por mi Ama y, por tanto, mi caso era distinto. Regresé a la toalla sin que nadie, ni por supuesto la chica que estaba cerca y seguía leyendo boca abajo, me prestase atención. Tuve que pasear cuatro veces más, cada vez más tiempo. Al regresar a mi toalla encontraba mensajes burlones en mi teléfono, del estilo de "qué guapo estás sin nada, voy a prohibirte siempre la ropa" o "qué bien lo haces, nadie diría que eres un cerdo y no un hombre" y muchas risas. Avergonzado, los leía boca abajo, sintiendo que mi pene quería crecer al verse libre mientras leía aquellas humillaciones, pero logré controlarme y evitar una mala situación, incluso cuando me ordenó ponerme boca arriba. Ella se bañó (a mí no me dejó hacerlo) e incluso se tomó un refresco, hasta que por fin me dijo que fuera a buscarla. Me levanté de nuevo, recorrí toda la zona nudista desnudo y, cuando llegué al límite, me puse el bañador creo que hasta con un suspiro de alivio. Primero me miró sonriendo y luego me preguntó que si la chica que estaba cerca me había mirado en alguno de mis paseos. Cuando le respondí que no, o que al menos yo no me había dado cuenta, se rió y me dijo "¿lo ves? Eres tan poca cosa que no le importas a nadie. Mañana te voy a sacar a pasear desnudo otra vez". Luego echó a andar, así que la seguí hasta el coche pensando cuánto de verdad había en aquella frase. Regresamos, ella de nuevo en el asiento atrás mirando su teléfono como si yo no existiera, y media hora más tarde la dejé en su casa. Pero cuando salía del coche, me dijo que aparcase, que me pusiera de nuevo el cinturón de castidad y que subiera, que aún no había terminado conmigo. |
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Perdón, no pretendía ni hacer dos partes ni estar tanto tiempo fuera; ayer tuve que irme repentinamente y por eso quedó la historia a medio contar. Mis disculpas y la continúo.
No sé exactamente qué es lo que pensaba hacerme, porque lo cierto es que lo fastidié desde el principio y es provocó que me hiciera otra cosa. Me escondí en su portal para pelear con el cinturón de castidad un buen rato hasta poder ajustármelo y cerrarlo; luego llamé a su puerta y me dejó entrar, pero al inclinarme para besar sus pies (seguía con la ropa de playa, pero estaba descalza), cometí una torpeza: tenía el pie izquierdo ligeramente más retrasado, así que estiré las manos para acercarme en una posición más cómoda para poder besarlo, y claro, toqué su pantorrilla. Se apartó con rapidez, gritándome "¿qué haces, imbécil?" y echándose hacia atrás como si acabara de ver una rata o algo parecido. Me cogió del pelo, me levantó de un tirón y empezó a darme tortazos que interrumpieron mis pobres intentos de disculpa. No sé cuántos me llevé, pero fueron bastantes y duros, hasta que por fin se paró, me miró con desprecio y me escupió en la cara. Era la primera vez que hacía algo así, debía de estar realmente enfadada. Hasta ahora, lo más parecido que había hecho era tirarme bebidas por encima o a veces obligarme a mí a esparcerme el semen por mi cara o mi cuerpo, pero nunca me había escupido. Aunque es verdad que lleva tiempo haciendo cosas totalmente nuevas... Me llevó casi a rastras a su habitación y me tumbó boca abajo sobre su cama, atándome a las patas mientras me decía que cómo se podía estar tan salido, que sólo a un idiota como a mí se me ocurría tocarla sin permiso y que cuándo iba a aprender que yo no podía tocar a una mujer, que no era un hombre para poder hacer eso. Cerré los ojos un segundo, porque ya me estaba imaginando la lluvia de azotes que me iba a destrozar el culo, pero no sucedió nada de eso, fue peor: encendió uno de sus vibradores y, después de hurgar en mi ano con dos dedos sin apenas contemplaciones, me lo metió. "¿Tantas ganas tienes? Pues hala, ya te están follando. Y tranquilo, que si te corres no te lo tendré en cuenta" Después se alejó, oí la puerta del baño y el grifo de la ducha y ahí comenzó mi verdadero castigo. Tener mi pene aprisionado en su jaula, apretado por mi propio cuerpo y su cama, además de un intruso taladrándome el culo era insoportable, con lo sobreexcitado que estaba y colocado en esa posición hasta que saliera de la ducha iba a ser casi imposible no correrme. Aunque me había dicho que no me lo tendría en cuenta, no quería hacerlo de ninguna manera, porque temía que se enfadase de todos modos. No lo conseguí, claro; aunque no llegué a tener un orgasmo ni a correrme como tal, se me escapó semen en un par de ocasiones. Sudaba, intentaba no moverme y evitar los espasmos de mi pene y de mi culo y hasta intenté pensar en otras cosas, algo que sólo logré en parte. Pero se me escapó semen, claro, ¡no pude evitarlo! No sé el tiempo que estuve (el reloj de su mesita lo había puesto del revés para que no pudiera ver la hora), pero se me hizo eterno, tratando de no verter más, nervioso por haber dejado escapar algo, incómodo por lo forzado de mi postura y con aquel vibrador que no hacía más que moverse dentro de mi culo, no sé a cuánta potencia lo habría puesto pero no me daba un respiro. Pero cuando de repente oí el ruido de la puerta sí que me asusté de verdad y empecé a jadear de puro nervio por cómo reaccionaría al darse cuenta de mi grave fallo, pero Ella vio la mancha de semen, la tocó con dos dedos y me dijo: "¿Y esto? hace tanto que no follas que ya te corres con un consolador en el culo?." Asustado, intenté explicarle que no había podido contenerme, pero que tampoco me había corrido de verdad, algo que Ella cortó poniéndome los dedos manchados en mi boca. Se los limpió en mi cara, luego sacó unas sábanas limpias del armario, apagó el maldito vibrador y me lo sacó, me desató una mano y me ordenó cambiarle la cama y recoger el baño. Obedecí, claro, todavía atontado por todo lo que había pasado y temiendo, además, un castigo mayor por haber dejado escapar el semen: el recuerdo del anterior por soltar líquido preseminal y el de haber mirado las piernas de su amiga sin permiso todavía los tengo muy recientes. Sin embargo, no sucedió nada de eso. Cuando le dije que ya había terminado, me quedé de rodillas cara a la pared mientras Ella se vestía y se arreglaba. Apareció otra vez minutos después, pero apenas pude verla porque de la pared me llevó al suelo, a lamer las sandalias de tacón que calzaba. Esperó ya en el rellano a que yo me vistiera y saliera, llevaba un vestido corto que ya le he visto más veces, tiene falda de vuelo y lo suele llevar con algunos botones desabrochados para resaltar su escote, pero no me atreví a mirarla y clavé la vista en sus sandalias. Mientras cerraba la puerta con llave me recomendó beber mucho (la verdad es que estaba muerto de sed, no había bebido nada en toda la tarde) y mantener mi "cosita" quieta, porque el escape de hoy lo iba a pasar por alto, pero el siguiente no lo haría y me volvería a llevar a la playa, pero con el cinturón puesto. Y, en ese momento, no sé si por lo que acababa de pasar o por su tono de voz o por lo que fuera, pero la creí muy capaz de hacerlo. Y seguramente fuera capaz de aceptarlo. |
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Fue accidental, no pretendía tocarla, de verdad. Me moría de ganas por hacerlo, claro, pero no me atreví sin tener permiso. Simplemente, al moverme para acomodarme para besar el pie que tenía más retrasado, la rocé. Creo que Ella se dio cuenta de que no quise, pero le dio igual ya que significaba una excusa para poder castigarme. Como bien decís, es algo que le gusta y aprovecha cualquier motivo, por leve que sea. Supongo que sí que tenía previsto algún tipo de castigo o disciplina, aunque creo que otra cosa diferente; normalmente siempre me azota y no lo hizo (de hecho, me sorprendió muchísimo no recibir ni un solo latigazo en todo el día, fue algo un poco extraño)
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Esta semana mi Ama no me ha necesitado aunque tampoco me ha liberado, de modo que he seguido cumpliendo mis normas de conducta habituales aunque haya estado solo. Y anoche sucedió una pequeña tontería que me recordó una vez más mi condición y mi posición. Y lo que es más, lo lógico y normal que ya es eso para mi Señora, creo que hace bastante tiempo que dejó de ser un juego.
A través de un grupo de whatsapp recibí un par de fotos de chicas en lencería. En cuanto me di cuenta de lo que eran, las borré, ya que no puedo tener ese tipo de imágenes ni "disfrutarlas", ni siquiera puedo verlas sin permiso. Tras ver las fotos, algunos de los participantes en el grupo comenzaron a escribir comentarios acerca de lo buena que estaba una, de si a mí me gustan más las rubias... ese tipo de cosas. Por supuesto, yo no dije nada y me limité a ser un mero espectador, pero, casi al mismo tiempo, empecé a pensar en por qué yo no decía nada y en por qué hasta había borrado las fotos. Estaba en mi casa, solo. Pero estaba desnudo, con un collar de perro al cuello y un cinturón de castidad encerrando mi pene. No podía follar, no podía masturbarme, no podía ni mirarle las piernas a una chica por la calle y ni siquiera podía mirar la foto de una chica en lencería: todo porque una mujer que ni me había mandado un mensaje en toda la semana así lo había querido. En mi muslo derecho tenía pintada su inicial dentro de un círculo, porque Ella me lo había ordenado. Ella no estaba para verlo, pero yo seguía desnudándome nada más entrar en mi propia casa, seguía bajando la cabeza al cruzarme con una mujer en minifalda y seguía sin masturbarme por más ganas que tengo, que son muchísimas y a veces creo que de no llevar la jaula estaría empalmado todo el día (y eso que el sábado liberé un poco de semen durante su castigo!). Ni comentarios, ni risas ni siquiera mirar la foto, nada, no hice nada porque no tenía permiso para hacerlo. Y me sentí más esclavo que nunca; uno de verdad, de los que tienen derechos, de los que obedecen sin rechistar y de los que son castigados si no hacen su trabajo; no un mero sumiso sexual o alguien que juega a eso de vez en cuando. Yo anoche me sentí como un auténtico esclavo. Le pedí permiso para escribir y, para mi sorpresa, me lo concedió, así que le conté lo de las fotos y cómo ya las había borrado, que podía enviarle una captura de pantalla si quería comprobarlo. Luego añadí que habían estado hablando de las chicas y que yo, al no participar porque Ella no me dejaba, me había sentido totalmente suyo y como un esclavo de verdad. Su respuesta, que recibí hora y pico más tarde, aparte de tener el tono humillante de siempre, fue tan dura, certera y fulminante como una de sus bofetadas: "coño, pues lo que eres, so memo. ¿De verdad pensabas otra cosa? Creías que eras un hombre de verdad y no un esclavo de mierda, en serio? Dime que no eres tan estúpido..." |
De nuevo me han prohibido entrar en el Foro durante el fin de semana, por lo que pido disculpas a los lectores. Este fin de semana mi Señora no me ha usado, pero sí que me ha dado órdenes y tengo que reconocer que, una vez más, me ha sorprendido y me he sentido un mero objeto. Además de encantado de seguir mereciendo su atención, aunque sea en un simple mensaje de audio.
Como cada viernes a mediodía, le envié un correo electrónico con mis planes para el fin de semana, que no eran muchos, y me respondió pasadas las once de la noche con un mensaje de audio. Me encanta oír su voz, aunque sea despreciándome e insultándome, guardo todos y cada uno como un tesoro. Me dijo que si quería ir a la playa sólo podría ir a la nudista del otro día, me prohibió ir por una determinada zona de la ciudad donde probablemente estaría Ella ("era lo que me faltaba, tropezarme contigo por la calle"), me ordenó comer y cenar en el suelo el domingo "para compensar" que Ella tenía una comida y llevar tanga todo el fin de semana: si iba a la playa, lo llevaría bajo el bañador y me lo tendría que quitar allí. Y después vino una pequeña pausa y me dio las órdenes que me han dejado helado. Cada día hasta el viernes debo quitarme el cinturón y ver porno durante media hora mientras me toco, aunque sin correrme, por supuesto. Nada de femdom, bdsm o lesbianas, sólo chico-chica. Se trata de que esté "calentito" (como si hiciera falta, estando como estoy de sobreexcitado y a falta todavía de 41 días para poder aliviarme), así que debo estar preparado para ponerme a tono. Puedo ver cunilingus, beso negro y penetraciones, pero nada de mamadas ni corridas (mucho menos si se corren en el cuerpo o la cara de la chica). Ahí estaba totalmente sorprendido, pero enseguida me aclaró que hacía poco había coincidido con una amiga suya (otra diferente a la que conoce nuestros juegos) que le dijo que llevaba sin sexo desde que lo había dejado con su novio hacía casi un año y, puesto que era una chica que le caía muy bien, mi Ama pensó que podía utilizarme para satisfacerla. Sentí un escalofrío, lo reconozco, porque significaba que más gente conocería mi condición y que esto ya no iba sólo de un juego entre Ella y yo, esto ya era una sumisión total puesto que me prestaba a una amiga, igual que un bolso o una chaqueta. (aunque en nuestro contrato hay un apartado destinado a los alquileres y cesiones, nunca lo hemos usado). Aunque, por otra parte, sería volver a estar con una mujer, ¡y hace tanto desde la última vez! Confieso que la idea de poder volver a tocar y a besar a una chica, unido al severo tono de voz de mi Ama en el que me ordenaba hacerlo, casi me provocan una explosión en el cinturón de castidad. En el mensaje me decía también que ya pensaría si fingíamos un encuentro casual, si montaba una especie de cita a ciegas o si, directamente, le decía la verdad y me enviaba a su amiga como esclavo que se limita a cumplir órdenes. Si al final la cosa iba adelante, me daría más instrucciones y detalles, pero de momento quería que estuviera "entrenado", que "recordase" cómo se hacía y que me asegurase de que mi polla fuese capaz de ponerse bien gorda. Eso sí, entre risas ahogadas, me advertía de que "no te hagas ilusiones, porque ni es tan guapa ni mucho menos está tan delgada", y que, si se daba el caso, más me valía complacerla como nunca "si quieres volver a sentarte algún día". No sé si es verdad o es sólo algo que se ha inventado; ni tampoco si, aunque esa chica exista, finalmente voy a tener que complacerla sexualmente, creo que no llegará a tanto. De todos modos, sí tengo que ver porno y se me está haciendo terriblemente duro controlarme; ayer, sin ir más lejos, tuve que dejar de tocarme cuando en la escena la chica, que todavía estaba vestida y se besaba con el actor, subió una pierna y dejó al descubierto su muslo. Me sentí totalmente avergonzado de que con sólo ese gesto y cuatro toques hubiera estado a punto de correrme, pero en mi estado creo que hasta puede ser lógico. Logré contenerme y cumplir con la media hora entre parones, jadeos y esfuerzos. Y confío en poder seguir haciéndolo hasta el viernes, no sea que finalmente todo esto sea verdad y me encuentre con que tengo que tener relaciones después de tanto tiempo |
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